domingo, 25 de septiembre de 2011

La soledad soy yo.

¿Soledad?
aquí estoy yo,
nuevamente.
¿Cómo estás?
hace tanto que no me recuerdas que estoy viva,
de que siento.

Hoy me levanto y te pienso,
te recuerdo,
te amo y te repelo.

¿El matiz incierto que le das a mi vida?
últimamente me lo arrebatas
me lo niegas
¿que te he hecho?
¿será acaso que mi hado ha cambiado?
¿por qué has de dormirte?
¿por qué has de callar?

Me gusta que grites,
me gusta sentirte,
me gusta materializarte,
me gusta cuando apareces entre recuerdos
y sabanas vacías, frías,
me gusta rozar aquella sombra con la yema de mis dedos
con mis labios,
me gusta morder el vacio,
me gusta rasgar con mis uñas aquella espalda que ya no está,
me gusta coserte a mi,
me gusta amanecer soñándote para invocarte,
para inventarte, para inventarlo,
me gusta el remoto llanto sin motivo,
me gusta eso que el mundo llama melancolía,

me gustas…
lo sientes, lo sabes.

Aquí estoy yo,
ante ti,
ante mí.

Ante ti que me recuerdas que estoy viva

Extraña predicción.

No posee otro nombre,
cómo más se podría denominar al
continuo y vertiginoso vaivén emocional
que me sube, me baja, me tira
me ata, me gusta,  me duele
y me hace tan feliz.
 
Como los bostezadores de la madrugada,
Así he de sentirme,
en un lugar al cual no pertenezco.
así es lo que siento,
Incierto, vertiginoso, continuo, irreal.
 
¿Irreal?
no, no es irreal,
no lo es,
es tan real como el aire,
Como la aurora,
como yo, como el alba.

Sí, realmente es como la aurora,
como el aire, como yo,
como el alba,
todos hablan de ellos,
todos creen conocerlos,
todos creen ser capaces de definirlo…
todos mueren en el intento.
Ninguno consigue dar una descripción certera,
tangible.
Es una extraña predicción.

Posiciones,
roles que asumir,
una nueva cada nada,
una diferente cada siempre,
no hay hechos…
no sé como convertirlo en hechos.

Es saber que te quiero,
que te adoro,
la necesidad de decírtelo,
de manifestártelo,
es querer creer que todo se puede.

Es saber que te quiero,

Dos cositas

Con cada beso mi paladar se esconde
mi sonrisa se estanca,
se vuelve eterna: te miro

Con cada mirada la ilusión se hace realidad,
te toco, estás ahí
eres verdad: te huelo

Tu aliento,
sabe a fruta, a fruta fresca, a fruta madura
a viento: huele
al viento cuando es dañado
cuando la lluvia lo parte en dos

Mi cabello,
huele a miel a coco a gotitas de limón
lo huelo: te arrastro conmigo,
el recuerdo te trae a mi presente

Me hablas,
lees para mí cuentos poemas,
tertuliamos: sonrío
entre verso y verso mi alma se desnuda

entonces,
te beso y tiemblo
te miro te toco
te huelo te saboreo
te disfruto
me hueles me hablas
me lees: me desnudas.

Debería tener nombre

Un beso,
Dos,
Tres,
Cuatro,
Cinco,
otro,
uno más,

Y otro…
Perdí la cuenta,
seguir contando es inútil,
tus besos jadeantes
envician,
enloquecen,
descontrolan,
uno cerca del otro,
uno seguido del otro,
cada uno más certero que el anterior.

Ese respirar corto y acelerado,
tan corto y tan acelerado,
ese respirar que ahoga,
que da vida,
ese, mi suspiro que no termina,
ese…
el mismo que se funde en uno con el tuyo,
ese, nuestro gemir al compás de un beso,
al sonido de  los hilos de nuestra saliva,
al compás de tu lengua,
es: decirlo todo.

Es tu lengua
inquisidora y matadora,
carnívora y devoradora,
primitiva devastadora,
voraz suicida,
curiosa, fisgona,
la que malea, la que corrompe,
la que envicia.

Voraz suicida
busca su muerte entre mi boca
entre mis labios,
entre mis dientes,
entre mis suspiros y mis gemidos,
entre lo húmedo y lo calido,
entre el estirar y el encoger,
entre  el cerrar fuerte de tus ojos y
el jalonamiento de mi cabello,
entre mis labios seducidos y
mis manos entre tus muslos que exploran.

Son tus labios,
los que sostienen y entrelazan los míos con firmeza,
con una sutil crueldad delicada
que deleita.
Es tu boca la que explora,
la que se abre y se cierra
la que le da paso a tu lengua,
y a tus dientes en mi clavícula,
esos que me hacen gritar con la luz apagada.

 Y es esa…
la bitácora de un beso,
de nuestro beso,
la mezcla perfecta
entre seducción y ternura,
entre pasión y locura,
entre lo húmedo y lo calido,
entre amor y ¿desenfreno?

Ese beso que envicia,
deprava, que gusta,
que deleita,
que comienza y termina,
que termina, que comienza,
que comienza en tu sonrisa
que termina con mis gemidos,
que termina sudando
que comienza…



ALBA SÁNCHEZ.